12 de junio de 2012

Pacquiao es Pacquiao

Con menos amor que antes vamos a ver a Manny Pacquiao el sábado, cuando se enfrente a Timothy Bradley defendiendo el campeonato mundial de peso welter. La relación del filipino con los mexicanos quedó dañada desde que se llevó una victoria que no merecía en la pelea de noviembre con Juan Manuel Márquez.

Este sábado, como cada vez que pelea, lo volverá a ver medio mundo, porque es extraordinario y porque es el boxeador de este tiempo. Sin embargo nunca una de sus peleas ha despertado más interrogantes que ésta, porque el Pacquiao-boxeador devino ahora en otro personaje de muchas facetas. A Pacquiao la vida lo atropella, su popularidad es un torbellino que lo empuja y que él no es capaz de detener. No es culpable de que le hayan dado el triunfo contra Márquez, ni es culpable de nada antimexicano que se le pudiera señalar. Algunos aficionados románticos o poco informados esperaban que Manny renunciara al resultado que lo premió en la pelea pasada, lo que no es posible, ni en sueños. Cuando una persona es tan importante hace mucho que ha dejado de ser dueña de sus decisiones. Hay contratos de publicidad, de promoción, de ventas de televisión, que dejarían en la ruina a alguien que en sus circunstancias dijera “lo acepto, yo perdí esa pelea que me dieron ganada”. No está mal, no está bien, las consideraciones morales no cuentan. Simplemente, así es.

El motor que mueve al boxeo es la presencia de sus ídolos, que se dan por épocas, y que desaparecen con el paso del tiempo o son reemplazados. Si no hay un ídolo del momento el boxeo entra en un irremediable letargo. El futbol, a diferencia, vive del amor a la camiseta, que los aficionados adoptan en su infancia y conservan toda la vida. Manny Pacquiao se ha adueñado de este tiempo boxístico, por su capacidad de seducción. Si algo habría tenido que compartir con Floyd Mayweather, éste se encargó de que no hubiera disputa. Manny tiene el encanto de una estrella de cine, Floyd el de un sepulturero. Una pelea entre ellos podría haber hecho mucho por la supremacía de Floyd, si ganaba, pero los últimos meses han precisado que no quiere pelear la gran pelea, con lo que se condena.

Hoy existe un Manny Pacquiao en el mundo del boxeo, dueño de todos los amores, dueño de todas las miradas. En otros tiempos este monopolio de idolatría fue sucesivamente de Jack Dempsey, de Jack Johnson, de Henry Armstrong, de Joe Louis, de Muhammad Alí, de Sugar Ray Leonard, de Julio César Chávez, de Mike Tyson y de Oscar de la Hoya. Podría mencionar a algunos más. Con matices, pero hubo idolazos e ídolos menores, los hubo de todos los tamaños. Hubo también los que valían más que nadie, pero que no permearon en el gusto de la gente, y se mantuvieron lejos del delirio, como Larry Holmes.

Timothy Bradley ha trabajado intensamente, se sabe desde hace un par de años que anhela ser él quien reemplace al formidable tagalo. Nadie sabe si tiene mucha o poca oportunidad de conseguirlo. Las peleas dan las respuestas, no los llamados especialistas. No se deje sorprender por la mentira de los pronósticos, o pregúnteles a los que pronostican quién predijo que Alí le ganaría a Liston, o que Pender le ganaría a Robinson, o que Tunney vencería a Dempsey. Los resultados se dan por una serie tan grande de factores que intervienen (especialmente en los deportes individuales), que nada está dicho antes de que suene la primera campanada. La gente se forma una idea de los peleadores, y cree que siempre va a ver al mismo, y la verdad es que nunca ve al mismo. Si un futbolista no está del todo bien en un partido, con un poco de talento pasa el balón y disimula, quizá nadie se da cuenta. A ver si un boxeador puede disimular cuando no tiene una buena noche. Este deporte es en serio. No digo que los demás no lo sean. Digo,porque lo sé, que en el boxeo no se juega. Si te distraes medio segundo te abollan la nariz, o te matan.

Voy a decir más, la pelea más reciente de Bradley, contra Joel Casamayor (victoria por KOT en 8) no fue la de sus mejores hechuras. Tuvo baches de imperfección exasperantes. Pero eso no significa nada, siempre es el rival más capaz el que saca lo mejor de un boxeador, y el gran acontecimiento lo hace crecer, como es posible que suceda en la pelea que se avecina. No cuenta gran cosa que contra el cuarentón Casamayor tuviera grietas de insuficiencia. Lupe Pintor perdió con el Topo Gigio Vázquez(que venía de perder 14 combates), y en su siguiente aparición, dos meses después, le ganó a Alberto Sandoval en gran pelea por el campeonato mundial gallo.

Hay razones para que creamos que este sí, Timothy Bradley, va a dar más pelea que otros. Margarito equivocó la estrategia (porque planeaba empezar a pelear a partir del quinto, y en el quinto ya no había pelea) y encontró a Pacquiao en su mejor noche, Joshua Clottey se mareó en esas alturas y Shanne Mosley fue un descarado que ya no buscaba nada más que dinero. Pero Bradley, ¿por qué podría no estar a la altura del compromiso? Yo creo que sí lo estará.

De Manny Pacquiao no me pregunten. Yo no sé. Nadie sabe. Ni siquiera él lo sabe. Va a intentar regresar a ser el que fue por orgullo personal, por dignidad, porque nadie se niega la posibilidad de ser mejor, pero a veces se puede y otras veces no se puede, y eso sólo lo prueban las peleas. No hay entrenamiento capaz de revelar la verdad. Pacquiao es una maquinaria de suma complejidad, un mecanismo de relojería, un alquimista de ingenios infinitos. Tiene que ponerse a funcionar y que no falle nada, ni los brazos, ni las piernas, ni la velocidad, ni la precisión, ni la inteligencia, ni el alma.

Veremos en la pelea. A Pacquiao los que escribimos de boxeo lo hemos estado retirando, diciendo que está harto y muy distraído, pero los peleadores son impredecibles, y muchas veces hacen otras cosas, no las que predijimos en nuestras sesudas elucubraciones. Cuando Larry Holmes tenía 32 años, dijo “cuando tenga 38 no haré la estupidez de seguir en un ring para que me sigan pegando, voy a ver las peleas y cómo se pegan otros en la comodidad de un buen sofá en mi casa”. A los 38 peleó con Mike Tyson que le puso una golpiza feroz y a los 52 seguía en el ring, no en el sofá.

Otra vez, el tinglado está bien armado. Los hombres proponen y Dios dispone. Recuerden, para que haya cuarta pelea con Juan Manuel Márquez los mexicanos el sábado estamos con Manny Pacquiao. ¿Sí? ¿Estamos?