26 de mayo de 2014

Dos buenos veteranos al ring: Cotto y Maravilla en pelea apasionante

Una línea fina separa al boxeador maduro del viejo, que no estando ya en plenitud rendirá menos que en sus buenos tiempos. Maduros sí, pero no viejos, Miguel Ángel Cotto y Sergio Martínez pelearán el 7 de junio en el Madison Square Garden.

¿Rendirán al ciento por ciento o sólo al 90? No importa. Ni usted, lector, ni yo tampoco somos los mismos de ayer. Lo dijo Heráclito hace 2,500 años: “El río que ves pasar no es nunca el mismo río”. Lo que importa es que el choque es parejo y formidable.

La pelea se presume apasionante, entre dos que tienen calidad y son respetados por sus trayectorias, que se encuentran en un momento clave, ni temprano ni tarde, el tiempo ha transcurrido para ambos.

Algo así sucedió en 1961 cuando Paul Pender (con 31 años) y Carmen Basilio (34) se encontraron por primera vez, ya de salida del boxeo. Para Basilio fue el adiós definitivo, porque cayó por decisión en 15 rounds, con el título mundial mediano en juego, contra un renovado Pender que poco antes le había ganado dos veces a Sugar Ray Robinson. No hubo nada que lamentar con que pelearan, excepto el retiro inevitable de un cansado Basilio tras la derrota implacable.

Es probable que Miguel Cotto entregue más o menos lo que entrega siempre, porque pelea siempre igual. Es parejo, responsable, bien preparado, profesional obsesivo. Maravilla en cambio es impredecible. Suele estar aquejado de algunos males que nunca son uno, sino varios. Peleó bien contra Julio César Chávez, y ganó. Peleó menos bien contra Andy Murray y que haya ganado creó polémicas.

Cotto no noqueará a Martínez ni a nadie en peso medio, donde jamás peleó. Pero puede aspirar a ganar por puntos. Maravilla puede apostar a las dos vías. Si están en buenas condiciones los dos subirán con anhelos legítimos de victoria.

Cotto estará en casa, porque así es cuando los de Puerto Rico actúan en el Garden, debido a la enorme comunidad isleña que vive en Nueva York, y Sergio Martínez recorrerá el camino al cuadrado que recorrieron antes más de cincuenta argentinos, algunos de los cuales lograron hazañas inenarrables en el recinto sagrado. Menciono a Alfredo Porzio que lo hizo en 1926 y a Abel Cestac que lo hizo en 1945. No olvido a Victorio Cámpolo, ni a César Brion, ni a Raúl Landini ni al Tata Baldomir.

Lo de Luis Ángel Firpo es aparte, desde luego. Noqueó allí a Bill Brennan en 1923, poco antes de enfrentarse en otro sitio a Jack Dempsey para sacarlo del ring y ponerle a la historia un capítulo que no se olvidará jamás.

Quién ganará el 7 de junio no se sabe, nunca se sabe. Sólo tenemos información disponible por sus pasados, y hacemos los cálculos de costumbre que después nunca guardan una relación de prioridades en la pelea.

Nunca se sabe, dije, y eso es lo mejor que tiene el boxeo. No lo olvidemos.

Cotto es un guerrero más peleado, más probado (¿y más cansado?, quien sabe). Maravilla ha tenido menos guerras mundiales. Tuvo una guerra corta con Chávez en el último round, y se repuso bien a pesar de la dureza de la caída. En Vélez, en Buenos Aires, no estaba bien para vérselas con Martín Murray, y ofreció menos de lo que tiene. Con Cotto no podrá tener ni lesiones, ni errores, ni excusas.

39 años de edad Martínez, 33 años Cotto. A los 39 Archie Moore le ganó espectacularmente a Yolande Pompey en Londres, estando en el aire el título mundial semicompleto. A los 33 Muhammad Alí, en un orgasmo físico brutal, sobrehumano, derrotó a Joe Frazier en Manila, en la tercera que tallaron a golpes.

Maravilla pelea desde afuera, porque inventó la cuarta distancia en el boxeo. Cotto es capaz de alcanzar a una sombra que huye. La oferta es fantástica.

Son dos colosos. Cuando se paren en el ring, frente a frente, cuando el réferi les esté dando las últimas instrucciones, esas que nadie escucha, a los espectadores nos llegarán reminiscencias del circo romano. Dos guerreros confiables que se miran desafiantes y que un instante después comenzarán sin piedad una lucha casi de vida o muerte.