1 de junio de 2014

Las malas reglas (y los oficiales incompetentes)

Las malas decisiones y los oficiales de ring incompetentes (que a veces se funden en una misma cosa) pueden provocar catástrofes deportivas, y lo hacen con frecuencia. La pelea entre Nonito Donaire y Simpiwe Vetyeka en Macao terminó en un caos.

Al final del cuarto round, en el minuto que sigue a las acciones, que se prolongó por mucho más de 60 segundos, la decisión acordada entre el réferi puertorriqueño Luis Pabón y el supervisor de la AMB, Aurelio Fiengo, fue ir a las tarjetas para determinar un ganador.

Ganó Donaire por decisión técnica al ir arriba en las puntuaciones.

Hubiera estado bien sin la explicación de Pabón que le dijo a Fiengo, y que oímos: “es que ya no quiere seguir porque dice que no ve”, refiriéndose por supuesto a Donaire y deslindándose en ese momento de la responsabilidad de poner él fin a las acciones. Decidió Nonito, no el réferi, de modo que si era el peleador el que no quería continuar tenía que ser declarado perdedor por abandono (KOT).

Cuando se anunció la puntuación de los jueces dijeron que los tres habían anotado 49-46, lo que no es posible, por lo que infiero que se equivocaron debiendo decir en realidad 39-36.

En algunos despachos periodísticos se decía que sonó la campana para el quinto. Una disquisición semántica que no hace sino entorpecer aún más lo actuado. Si sonó la campana, ¿por qué no hubo acción? Sin acción el quinto round no se podía calificar porque no empezó. ¿Se negó Donaire a pelear? Es la confirmación de que no podía ganar.

A lo que quiero referirme hoy, más que a este absurdo desenlace en Macao, es a algunas reglas equivocadas del boxeo, que nadie corrige. Al revés, a veces descomponen lo que está bien. No sé a quién se le ocurrió hace poco tiempo decir que el minuto de descanso pertenece al round anterior (sólo piensen en esto: ¿cómo puede pertenecer a la acción el tiempo de no acción?), con lo que hay rounds que terminan peleándose cuando suena la campana al final de los tres minutos, y sin embargo en el resultado de la pelea se anota con alguna forma de nocaut en ese round. Ejemplo es la victoria de Manny Pacquaio sobre Oscar de la Hoya que se anotó como KOT en el octavo round. El octavo se completó en el ring. Debía anotarse KOT en 9 desde la lógica y la tradición de este deporte, pero una regla ridícula lo impide. Lo que siempre estuvo bien, fue echado a perder.

¿Dónde está el problema? En que alguien cambió el reglamento haciendo el minuto de descanso parte del round anterior, lo cual no tiene sentido. Lo adecuado sería que el reglamento dijera, como siempre decía: “la pelea es a equis número de rounds SEPARADOS por un minuto de descanso. El minuto de descanso no es pelea, y ninguna decisión se debe tomar en ese tiempo. Lo que suceda se endosa al round siguiente y se hace notorio cuando suena la campana llamando otra vez a la acción.

Noto que no hay a la vista en el boxeo ejemplares de esa especie tan necesaria que fueron los históricos reglamentaristas (Eddie Eagan, Piero Pini…), y en estos días con liviandad cualquier improvisado propone una regla y se vota porque levantar la mano en una convención de boxeo es gratis.

He propuesto muchas veces, también, que cuando suceda un corte a un boxeador el réferi tenga la tarea de anunciar, con una señal preestablecida, qué es lo que procede según su criterio: si fue infracción por cabezazo, si fue golpe legal o encontronazo de testas. Los réferis rutinariamente no hacen nada para dejarlo claro a los espectadores y a veces pasan varios minutos sin que el público sepa qué están elucubrando los señores de la mesa de control.

En alguno de los organismos mundiales mantienen vigente una vieja regla según la cual tres caídas en un round obligan al nocaut técnico automático, lo que ha sido modificado por casi todas las comisiones de boxeo del mundo hace un cuarto de siglo. Se estudió que esa regla hace que los réferis, aun cuando muchas veces es necesario parar la pelea en la segunda caída, se lavan las manos y dejan que la regla marque el final en la caída siguiente sin exponerse a ser criticados.

Mención aparte es la que tengo para la infame regla del CMB de dar a conocer las puntuaciones parciales al finalizar los rounds cuarto y octavo, que seguramente es la peor idea con que se lastimó al boxeo en cien años. La combato por muchas razones, pero basta enunciar una: quita la atención de lo esencial, que es la pelea, para poner a todos a discutir si los jueces están bien o mal.

Tengo, sinceramente, la esperanza de que esta regla se deje sin efecto pronto y, digo más, habría que blindar en los organismos al grupo de gente que legisla, porque todo queda a la aprobación de los que votan en las juntas de gobierno, donde rara vez alguno de esos señores entiende algo de lo que está votando.

Con relación a lo anterior, no ha faltado quien señale que yo hago lo mismo en la transmisión de TV Azteca, a lo que respondo siempre que no. Hago lo contrario, que es alentar la polémica intrínseca sobre quién va marcando ventaja, SIN QUE SE SEPA CÓMO ESTÁN ANOTANDO LOS JUECES. Ese es el misterio, nudo del asunto, y la sustancia misma del boxeo. El misterio se desvela al final si la pelea termina por puntos.

En días pasados comenté mi mala disposición hacia otra regla que es la que impide que alguien pueda ser campeón en más de una división al mismo tiempo. Conseguirlo sería un logro adicional para los peleadores, y un reglamento no debe obstaculizar los logros deportivos, si acaso facilitarlos. El candado que existe “no puedes ser campeón más que en una sola división y si ganas el título en otra tienes que elegir en siete días con cuál de los títulos te quedas”, es como decirle a Usain Bolt “puedes correr los cien metros en diez segundos, pero en menos tiempo no está permitido”.

Y, por fin, recordar mi prédica de que una pelea de título vacante no puede terminar en empate, como se permite. En diciembre de 1979 tenía yo apenas 24 años de edad y discutí este punto hasta el cansancio con Ramón G. Velásquez, antes presidente del Consejo Mundial de Boxeo y comisario en la pelea que en Split, Yugoslavia (hoy Croacia) empataron Mate Parlov y Marvin Camel. Yo le decía: “¿cómo, profesor, se van a vender boletos para una pelea de campeonato mundial y los espectadores se regresan a casa sin haber visto a ningún campeón?”

Miren cuántos años han pasado y nadie me ha dado la razón. Quizá con otras cabezas que no sean la mía esto se vea de otro modo, porque yo no lo puedo entender. Bastaría devolver a los jueces la tarjeta del último round y pedirles un voto de calidad. Si han peleado 12 rounds cómo no se tiende a decidir un ganador en un deporte donde en tres minutos de cada round ‘no se recomienda dar empate’.