20 de julio de 2014

Para Rigondeaux el tiempo apremia y su gran noche no llega

Guillermo Rigondeaux tiene casi 34 años, y sus proyectos en el boxeo profesional se siguen posponiendo. Pasó gran parte de su vida --12 años—peleando como amateur e hizo 250 peleas, con todos los honores. Este sábado su aparición número catorce como profesional duró lo que dura un suspiro. Ganó, pero una vez más el lucimiento esperado y prometido quedó para otro día.

Su víctima ahora, en Macao, China, fue el tailandés Sod Kokietgym, quien se libró por muy poco de ser señalado como el culpable de un combate fraudulento. No sabremos jamás si de verdad no podía continuar o hubo mala fe y abortó la pelea desde la primera caída por encontronazo de cabezas (no cabezazo, no es lo mismo).

Encontronazo (graben esta palabreja) debemos decir, y ojalá mis amigos periodistas del boxeo dejaran de decir cabezazo intencional o no intencional, porque no podemos medir las intenciones y porque intentar hacerlo es premiar a los reyes de la infracción. Marvin Hagler, por ejemplo, que era capaz de cabecear diez veces a su oponente sin que nadie lo viera.

Los reglamentos del deporte deben decir: ‘a tal falta tal penalización’. Nada más. Ya sé que me van a recordar que los reglamentos del boxeo utilizan la palabra intencional. Los reglamentos del boxeo están llenos de sinrazón.

El encontronazo de Rigondeaux y Kokietgym fue inocuo. En el mundial de futbol vi docenas de choques de cabezas más exorbitantes y los damnificados siguieron jugando. Sin embargo el tailandés nos regaló una actuación teatral digna de grandes escenarios. Y aun, suponiendo que yo esté equivocado, le quedaba pedir tiempo al réferi de la pelea, porque todos sabemos que para estos casos el reglamento concede hasta cinco minutos de tolerancia. ¡Qué sacrosanta necesidad de reanudar de inmediato! Si se lo preguntáramos (a Kokiet y al réferi) no lo podrían explicar.

¡Y qué sorpresa la vuelta a la pelea! Inocente y pueril, Kokietgym, fue a saludar con choque de guantes a Rigo. Conmovedora ingenuidad, lenguaje hipocorístico. Es boxeo profesional, señores, y un combatiente de setenta peleas no tiene atenuantes del error que cometió. Rigondeaux amagó un saludito y recompuso su accionar para descargar un uno-dos que terminó la pelea. Kokietgym andaba en la baba, así decimos en México. Y el cubano hizo lo que le reclamábamos que no hacía en las peleas anteriores, fue concluyente.

Tampoco me creí del todo la gravedad del estado del de Tailandia. Recuerden que la pegada de Rigo no rompe un huevo, y el Kokietgym que no tuvo fuerzas para seguir peleando sí la tuvo para hacer una fingida protesta escandalosa. Que se vaya al… a Tailandia.

Yo, en fin, no le creí nada, y lo lamento por Guillermo Rigondeaux que sólo infortunio ha encontrado en el camino.

La gran victoria del cubano sobre Nonito Donaire, en abril de 2013 en Nueva York, tiene valor, pero no alcanza para decir que fue su gran noche. Necesita algo que lo ponga en la historia, antes de que se le haga tarde. Podría pelear con el ganador entre el español Kiko Martínez y el irlandés invicto Carl Frampton (éste curiosamente apodado ‘el Chacal’, igual que Rigo) que se medirán el 6 de septiembre en Belfast. También el michoacano mexicano Leo Santa Cruz está en los planes. Ganando una de estas posibles peleas, si la calidad de la pelea es muy buena, habrá aportado un poco a su consagración, sin duda.

Que se apure, Guillermo Rigondeaux. Él sabe que el paso del tiempo es el peor de los enemigos.

En la noche de Macao el chino Zou Shiming se transformó en peleador de clase mundial al derrotar por decisión en dura pelea al colombiano Luis de la Rosa. Primer combate de Zou programado a 10 rounds, y lo hizo muy bien, superando las limitaciones que en su nueva condición de profesional le veníamos señalando. Verlo es un imperativo por su calidad y porque es el héroe del país más poblado del mundo. Zou Shiming, ganador de tres medallas olímpicas, es la razón excluyente del despertar de China al boxeo.

No menos sorprendente fue la victoria del mexicano Gilberto Ramírez. El zurdo de Mazatlán aplastó al australiano Junior Talipeau provocándole tres caídas en el primer round. Julio César Chávez dijo en nuestra transmisión las dos cosas que había que decir. Uno: lo hizo maravillosamente; y dos: no hay que echar las campanas a volar. Tiene ahora 29-0 que es llamativo y prometedor, pero su oposición ha sido baja y mediana. A los 23 años lo que debe hacer es ajustar los tiempos y programar una ruta inteligente hacia un campeonato del mundo, sin apresurarse y sin cometer errores.